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La corrección de errores en el fútbol. La crítica constructiva

Con la presente exposición quiero compartir mi experiencia, señalar los errores más frecuentes y, sobre todo, debatir las diferentes posibilidades de utilización que ofrece el error en la enseñanza del fútbol. Pretendo ofrecer una visión positiva, reflejando la idea de que es importante aprender de los errores y que la corrección funciona como una segunda oportunidad.

Son muchos los obstáculos que el alumno tendrá que salvar, pero le haremos ver que esa dificultad y la satisfacción de superarla es lo que le valdrá la pena para continuar. Los educadores deberemos analizar si el método y las tareas que utilizamos en los entrenamientos, así como nuestra forma de trabajo y nuestra actitud es la más adecuada. Algunas de las cuestiones que me inquietan en mi trabajo diario son estas: ¿Por qué los niños repiten una y otra vez los mismos errores?, ¿Será que no han entendido bien lo que les he explicado?¿Qué puedo hacer para terminar con esos errores?. A todos los entrenadores nos ha ocurrido, en alguna ocasión, repetir muchas veces una explicación de tarea y no conseguir buena ejecución; corregir y sentir que no te escuchan; o niños que no responden a tus planteamientos. Van a ser nuestro punto de partida, porque el entrenador es el primero que tiene que analizar su trabajo en el campo para ser consciente de todo lo que no funciona para intentar mejorarlo.

El valor constructivo de la crítica

¿Puede ser constructiva una crítica? Sí. Siempre que se haga para corregir los errores y mejorar el juego. La crítica constructiva se fundamenta en ser más eficaces y maduros y encontrar en cada corrección una oportunidad para cambiar y mejorar nuestra forma de jugar.

Para corregir al que yerra se exigen una serie de condiciones. Antes de corregir lo primero que hemos de tener presente es que el error sea reiterado. La corrección ha de ser útil, es decir, que haya fundada esperanza de éxito. Si comprobamos que es contraproducente, provocando indignación o induciéndole a mayores errores, debemos omitirla. Hay que procurar, además, salvar el honor del corregido y para ello debemos hacerlo de manera ordenada. Primero haremos la corrección en privado, luego, con el grupo. Si no funciona debemos persistir en la corrección con el fin de que la misma no empeore. Nunca un buen entrenador puede quedarse con los brazos cruzados ante momentos que pueden perjudicar al grupo. La corrección si se hace bien reporta mejora a la persona y al equipo.

Por otro lado, el jugador debe estar abierto a los consejos del entrenador, ser consciente de que tiene muchos defectos que ignora y que son visibles y perjudiciales para el equipo. Aprovechará la sugerencia para intentar cambiar actitudes o defectos que no conocía. Estará dispuesto a pedir ayuda a quien le corrige, y confiará en que superará sus defectos. Debe pensar que es mejor ser criticado, que ignorado.

Corregir con educación

Una de las habilidades que más conviene aprender por parte del entrenador es el manejo de la recomendación, ya que es una estrategia básica para solucionar problemas. Al aconsejar debemos ponernos en el lugar del otro, debemos planificar una estrategia que facilite su aprobación. Dicha estrategia podría estar basada en controlar nuestro comportamiento, analizar la conducta que aspiramos cambiar, alabando lo positivo que los cambios supondrán en el niño.

Criticar por criticar, no. La crítica malintencionada, lo único que busca es tratar de hacer sentir mal al futbolista. En cambio, la constructiva da una posible solución. Las advertencias que realizamos son porque no nos gusta la forma en la que actúa el grupo o el individuo, señalando sus defectos, nos enfadamos cuando en el partido las cosas no se hacen como queremos. La cuestión sería preguntarnos si todas estas opiniones son constructivas en algo. Debemos emitir la crítica explicando adecuada y claramente el por qué de la misma, y ofreciendo una solución al conflicto en cuestión. No hay nada peor que un “así no porque lo digo yo».

Los técnicos debemos estar muy atentos a un error bastante común que cometen los jugadores cuando, por miedo a fallar, se dejan de atrever en el juego. Da igual que sean porteros, defensas, centrocampistas o delanteros, trataremos de que se atrevan, de que no tengan miedo a equivocarse. Equivocarse forma parte de la experiencia, no es un fracaso. El atreverse, es una de las claves del éxito, es una oportunidad para aprender. La historia del fútbol está llena de equivocaciones que originaron grandes éxitos. El miedo a fallar se puede traducir en miedo a decidir. Si no decidimos, no fallamos. Si no fallamos, no nos sentimos culpables, pero si no actuamos tampoco nos divertimos ni mejoramos.

Los educadores debemos recordar que el jugador que recibe la corrección tiene siempre derecho a ser escuchado, o a explicarse por sus errores, que quien se equivoca necesita ser corregido, y que quien quiere aprender, quiere que lo corrijan. En esta corrección de errores es imprescindible la formación y el conocimiento del técnico en los movimientos de fútbol, visión de las causas y dominio de los métodos para corregirlos. Saber que para corregir debemos descubrir el origen, recordar que se pueden evitar errores con buenas explicaciones y demostraciones y, sobre todo y fundamental, razonar para corregir sin gritar, para corregir con educación.