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Adiós Cristiano

Siempre he pensado que los «grandes deportistas» deben ser un ejemplo a seguir por los jóvenes, tanto en la práctica deportiva como en su comportamiento en la vida. Esa estrella del deporte que nunca niega un autógrafo a sus fans, sobre todo niños, que se acercan antes o después de un partido, o algo más sencillo: saludar. Con un saludo puede ser suficiente.

Ese deportista de primer nivel, que gana millones de euros al año, y que no da, precisamente, ejemplo de buena conducta. Quizá porque en su día no recibió la educación familiar adecuada o porque en el club de formación no se lo advirtieron. Quizá no sea tarde todavía, y pueda recibir un curso intensivo, en el que se le dé consejos para evitar problemas de actitud, deportivos y personales, para saber comportarse en un mundo donde representa un modelo para los jóvenes. Estos, los jóvenes, observan que tiene un trabajo con el que se divierte, está muy bien pagado y goza de reconocimiento social. Así que imitan su comportamiento, sus gestos, pero también sus valores. Porque el fútbol también puede transmitir valores negativos. El entorno de los niños copia al futbolista profesional, y es importante evitarlo.

Todos necesitamos héroes, sobre todo los niños. Necesitamos buenos ejemplos y buenas personas a las que seguir, necesitamos ser guiados para seguir el camino correcto. Vivimos junto a grandes personas que seguimos, personas que imitamos. Actuamos, vestimos e incluso nos peinamos como nuestro deportista favorito con la intención de imitarlo, simplemente porque corre más rápido, regatea mejor o marca más goles que nadie. Queremos ser él, porque es capaz de hacer lo que nosotros no sabemos o no podemos realizar.

A nadie le gusta ver como este ídolo falta al respeto a otro o actúa de forma desmesurada en la celebración de un gol. A nadie le gusta ver como esa persona no es buen ejemplo para hijos o alumnos. Debemos hacerle ver al idolatrado que es el reflejo de los demás, de todos los que lo siguen y de todos los que lo ponen en lo más alto.

Para ser un gran futbolista primero hay que ser una gran persona. Primero debes querer serlo, después debes conseguirlo y al final debes intentar que los demás también lo vean, si no es así solo serás un campeón y un goleador, pero no serás un ejemplo y por tanto, no serás un buen futbolista.

Por todo eso y, sobre todo, por mi hijo, agradezco tu salida del Real Madrid. Adiós Cristiano.